jueves, 17 de marzo de 2022

JOYERIA DE LUTO EN EL S. XIX

 La muerte en el XIX era algo bastante más común y estaba mucho más presente en la vida cotidiana de lo que es ahora, dónde los avances médicos y la aseptización de ella en hospitales, en vez de en casas, hace que la veamos como algo más lejano.


En el XIX, las guerras, la malnutrición, la sepsis, las complicaciones durante el parto y las epidemias de gripe o de peste se cobraron miles de vidas, la muerte era muy común y la esperanza de vida rondaba los 50 años. 


Como hemos hablado en anteriores posts, el luto se comenzó a institucionalizar en el XIX debido a dos hechos: en Inglaterra se establece luto oficial en la Corte y el descubrimiento de las anilinas como tinte y la invención de la ebonita como material de joyería hace que se expanda la moda del negro como homenaje y recordatorio de las personas perdidas. Eso unido a la filosofía existencialista y romántica característica del siglo, tenemos los ingredientes perfectos para crear una moda que ha trascendido hasta nuestros días.

A mediados del Siglo XIX, muere el Príncipe Alberto, y su esposa, la Reina Victoria, desolada por esta desgracia impuso un riguroso luto en la corte. La vida seguía su ritmo, y la corte seguía dando fiestas, por lo que el empleo de la joyería de luto se volvió bastante habitual.

Las piedras preciosas y semipreciosas que más se utilizaban eran el azabache, la obsidiana, el ágata negra y la hematita, transformaron collares, broches, pulseras y adornaron tiaras. Tanto fué la demanda del azabache que el precio subió de forma desorbitada, así como la demanda por las clases burguesas.

Charles Goodyear y Thomas Hancock inventaron un nuevo material llamado ebonita, hecho con caucho, azufre y aceite de linaza vulcanizado, que pulido lograba un brillo muy similar al azabache, con un precio muchísimo más asequible, por lo que se democratizó el uso de éste tipo de joyería entre las clases menos pudientes.

Los motivos decorativos en las joyas de luto tenían un significado muy estricto y como todo en el S. XIX estaba pautado: una rosa en forma de capullo significaba la muerte de un niño, mientras que si estaba abierta, simbolizaba el recuerdo de la muerte de un adulto. El esmalte blanco en los medallones, simbolizaba una chica soltera o virgen. 


Tradicionalmente, la joyería victoriana de luto cumplía tres propósitos: Honrar la memoria de un ser querido, recordar la muerte y la fragilidad de la vida en un alarde de romanticismo y como símbolo del estatus social: Teñir tu ropa o cambiarla entera y cambiar todas tus joyas en el periodo de enlutamiento era un proceso realmente caro, por lo que guardar luto era un expositor de la salud económica de la familia. 


El romanticismo proporcionaba una presencia invisible y constante de la muerte, la desgracia y la fatalidad en el mundo de los vivos, y se "conjuraba" el recuerdo y el encuentro de los seres queridos en otro mundo sobrenatural. Así también se crea la joyería de pelo humano y el culto al cabello, un rasgo característico y distintivo de la joyería de luto en el XIX, y que aún a nosotros nos resulta cuanto menos, chocante. 

Pero de ello, hablaremos más adelante, mientras tanto, os dejamos nuestras redes para que sigáis nuestro trabajo:

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